Nuevo destino: la Tierra del Sol Naciente 🇯🇵

Kara Ema:

Tras dos días de viaje —veinticinco horas arriba de un avión y veintitrés horas en un aeropuerto—, finalmente he llegado a mi nueva morada en Japón. Para ello solo tuve que pasar por cuatro aeropuertos, cuatro ciudades y cuatro husos horarios diferentes. También por varios puestos de migraciones, aduana, cuarentena, retiro de equipaje, prueba de coronavirus, etc. Pero ha merecido la pena, porque Japón es todo lo que siempre soñé y mucho más. やっときました〜!

Mi primer choque cultural me lo llevé en el aeropuerto de Los Ángeles, desde donde salió mi vuelo hacia Tokio. La señorita de la aerolínea japonesa que me hizo el ingreso, me dio mi primera experiencia con el omotenashi, la hospitalidad japonesa, la cual se basa en anticipar y satisfacer las necesidades del cliente sin esperar nada a cambio. Japan Airlines fue la primera empresa japonesa de la cual fui cliente, y su servicio me ha parecido sobresaliente. Cosas como la atención de las azafatas, el sistema de entretenimiento y la comida estaban a otro nivel muy superior a todas las otras aerolíneas con las que he viajado.

El sistema de entretenimiento de JAL tenía cosas que otras aerolíneas no suelen tener, como filtro de privacidad (para que el que está sentado al lado tuyo no pueda ver lo que tú estás viendo), ajuste vertical (para que cuando la persona de adelante baje su asiento no te quede la pantalla mirando para abajo), y control remoto (para un rápido acceso a las funcionalidades más comunes como encender la luz de lectura o llamar a la azafata).
La comida. No sé qué era la mitad de las cosas (dado que era comida japonesa, la cual aún no estoy acostumbrado a comer), pero todo estaba delicioso. Como si toda esta comida fuese poco, al cabo de un rato pasaron de vuelta para darnos un pote de helado Häagen-Dazs a cada uno. Nunca me imaginé que comer helado en un avión sería posible, y ahora cada vez que vaya en uno no esperaré nada menos. La vara ha sido considerablemente elevada.
Más comida que nos dieron después. ¿Desayuno? ¿Almuerzo? ¿Merienda? ¿Cena? Quién sabe. Solo sé que estaba muy rico.

Cuando llegué al aeropuerto de Narita, en Tokio, tuve que hacerme una prueba de coronavirus y esperar cerca de una hora a que me dieran el resultado, que por suerte fue negativo, de lo contrario habría tenido que hacer cuarentena por una semana.

Tras casi tres horas de trámites en el aeropuerto, finalmente quedé libre para dirigirme a mi alojamiento. Para llegar a él me tomé dos trenes y un subte. En total fue una hora y media de trayecto aproximadamente.

La estación de trenes en el aeropuerto de Narita. Tres cosas a notar, que se repiten en todos lados en Tokio: la impecable pulcritud, la señalización multilingüe, y las superficies podotáctiles para personas no videntes.
En general en los trenes la gente se entretiene con su móvil o leyendo algo (un manga, un libro, un periódico, una revista). El japonés siempre va pensando en no molestar al resto, haciendo cosas como usar la mascarilla todo el tiempo en público (incluso en la calle y al aire libre), llevar la mochila por delante, hacer silencio (hay carteles que te piden que pongas tu móvil en modo silencioso), no pararse frente a las puertas o en el pasillo, dejar bajar antes de subir, etc.
Gente formando filas en las puertas del subte para entrar organizadamente. Notar también la barrera de seguridad que separa al subte del andén (al parecer está en todas las estaciones, o al menos todas por las que he pasado hasta ahora).
Otra estación de subte. Notar el bebedero en el medio y la máquina expendedora detrás de él. Estas máquinas venden toda clase de cosas y se las puede ver por todas partes en Japón: en aeropuertos, estaciones, calles, callejones, negocios, etc.

Al día siguiente de mi llegada al alojamiento, lo primero que hice fue salir a buscar un konbini para comprar comida y otras cosas que precisaba. Los konbini (o tiendas de conveniencia) son como mini-supermercados abiertos las 24 horas y que tienen toda clase de artículos de primera necesidad: productos alimenticios, de higiene personal, de limpieza del hogar, de entretenimiento, etc.

Cosas que te puedes encontrar en un konbini (I)
Cosas que te puedes encontrar en un konbini (II)

Hoy tuve mis primeras cuatro clases de japonés en una escuela a la que voy a estar yendo todos los días a estudiar japonés de forma intensiva. Las sensei (profesoras) me parecieron súper majas. Las dos tenían el cabello teñido de rosa, cosa que parece que es común aquí (lo cual es entendible, considerando que de lo contrario todos tendrían el pelo negro). También había una alumna francesa con quien estuve hablando un poco, que tenía cabello teñido de rubio y un atiendo súper kawaii (tierno), con matices de la moda lolita/gyaru originaria de aquí.

Como tuve bastantes clases no me dio tiempo de recorrer mucho hoy, pero al menos pude visitar el jinja (santuario sintoísta) que queda a la vuelta de la escuela.

Torii, marcando la entrada al santuario sintoísta.
Una parte del santuario con un montón de torii apiladas formando una especie de túnel

El único propósito de los jinja es rendirle culto a un kami, es decir a una deidad sintoísta. El sintoísmo es una religión originada en Japón y es la más popular junto con el budismo.

La capilla principal de este santuario. Para rendir culto, el procedimiento es el siguiente: (1) subir las escaleras y pararse frente a las cuerdas que se ven en el centro, (2) depositar una moneda de cualquier denominación en la caja de ofrendas, (3) sonar la campana tirando de las cuerdas para llamar la atención del kami, (4) hacer dos reverencias, (5) aplaudir dos veces, (6) rezar silenciosamente, y (7) hacer una última reverencia.

Eso fue todo lo más interesante que hice hoy. Para cerrar la entrada te dejo con esta última foto que no pude evitar tomar mientras esperaba a que cambiara el semáforo en una esquina:

Los japoneses se esmeran tanto por cumplir las normas sociales que ni siquiera se atreven a cruzar la calle cuando el semáforo no se los permite, por más que no haya ningún coche a la vista. Otra cosa interesante que se puede ver en esta imagen —que personalmente me llamó bastante la atención— es que las bicis van por la vereda.

また今度ね!ヽ(o^ ^o)ノ

Ame,
Kato