Me encanta porque muchos japoneses parece que son como yo en esto de no tener horarios fijos para las comidas. Recién bajé a la sala común para hacerme un café y vi que había un humano cocinando. A las tres y media de la mañana. Y ni hablar de todas las veces que he ido a restoranes a las cinco de la tarde y estaba lleno de gente, ya sea almorzando tarde, cenando temprano, o simplemente disfrutando de un apetitoso tentempié.